A pesar de que está de moda seguir tutoriales y aprender el hágalo-usted-mismo, en el caso de los discos duros, es muy probable que al hacer la apertura esté destruyendo sus archivos sin remedio.
Los discos duros se fabrican en ambientes controlados libres de partículas contaminantes, porque su diseño y funcionamiento así lo requieren.
Cualquier partícula de polvo o grasa genera fricción entre el cabezal de lectura y el plato, lo que lleva a daño y destrucción de los datos.
Siempre que se remueve la tapa, las probabilidades de recuperación bajan y el proceso se hace más difícil, pues aparte de la reparación del daño debemos realizar la limpieza con solventes especiales, a veces en baño electrolítico o con ultrasonido, lo que implica mayor manipulación y un aumento del riesgo.
Simplemente al apretar de manera incorrecta los tornillos, o al encender el disco sin la tapa, o tocar los platos magnéticos es suficiente para hacer que el disco sea irrecuperable.
Abrir el disco sin un propósito claro indica un desconocimiento profundo de la forma en que funciona un disco duro.
La mala interpretación del problema puede llevar a intentos fallidos de recuperación que destruyen los datos sin remedio.
Lo mejor es acudir con un profesional, por un diagnóstico (casi siempre gratuito), que no pondrá en riesgo su información.
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